Cuida tus palabras para tener buen Karma
¿Cómo encontrar la armonía en nuestras vidas a través de la acción y el equilibrio interior? Descubre los secretos de esta milenaria ley de causa y efecto que rige la vida en el universo. El Karma es un término sánscrito. La palabra puede traducirse aproximadamente como acto, acción, e indica en las filosofías orientales la ley de causa y efecto, similar a la ley de atracción introducida por la física cuántica.
¿Cómo influye el karma en nuestras vidas?
La ley del karma, un principio muy conocido y apreciado en la civilización oriental, pero a menudo malinterpretado por la occidental, es una ley natural que puede explicar las diferencias entre la personalidad y el destino de un ser humano.
El Samsara es el viaje que cada alma debe realizar para alcanzar la liberación final y reunirse con el principio absoluto, el Ser superior, origen y fin de todas las formas de vida.
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Muchas religiones poseen y elaboran de forma diferente los conceptos de reencarnación, liberación del samsara y las formas de realizarlos, pero podemos observar cómo los principios fundadores son sustancialmente los mismos. En resumen, el concepto fundamental es que existe una fuerza vital que puede sobrevivir a la muerte del cuerpo físico para reencarnarse de nuevo.
¿Como evitar dejar una mala huella en nuestras vidas?
Para purificarse, debe pasar de cuerpo en cuerpo de forma cíclica hasta alcanzar la perfección, es decir, la relación de amor puro a Dios, que le hace consciente de su verdadera naturaleza divina. Por lo tanto, hasta que seamos lo suficientemente puros y deseosos de reunirnos con Dios, volveremos una y otra vez a tomar nuevos cuerpos materiales para eliminar de nuestra conciencia todos los deseos de naturaleza material.
Todo lo que ocurre en nuestra vida humana, aunque estemos tentados de atribuirlo a la casualidad, es en realidad el efecto de una acción realizada anteriormente, o se convertirá a su vez en una causa que producirá efectos en el futuro, dependiendo de cómo se trate en el presente.
